domingo, 19 de julio de 2015

La unidad popular y la lucha de las mujeres

El otoño de 2015 se presenta como una oportunidad de derrotar el bipartidismo y sus políticas austericidas, descarnadas para la mayoría social. La vida no es compatible con el nuevo modelo social que están diseñando nuestros gobernantes, fieles servidores de un sistema capitalista que aniquila derechos humanos y civiles y que deshumaniza a mujeres y hombres, a quienes se humilla cuando pierden el trabajo, su casa, sus esperanzas y su futuro.

El sistema actual se erige en un monstruo que devora la igualdad entre mujeres y hombres y acrecienta las diferencias entre pobres y ricos, débiles y fuertes. Esta crisis-estafa está moldeando una sociedad en la que las mujeres no son libres para decidir sobre su cuerpo (contrarreforma de la Ley del Aborto), sufren mayor precariedad laboral, han sido obligadas a regresar al hogar para ocuparse de los niños y niñas, de las personas ancianas y de las dependientes; muchas mujeres son forzadas a ejercer la prostitución, la cual debería estar en la agenda de nuestros gobernantes para dar pasos hacia su abolición. Porque las mujeres somos más pobres, somos más vulnerables, porque el lenguaje sexista y los estereotipos machistas están en la escuela y en la calle, porque cada año asesinan a decenas de mujeres (21 en lo que llevamos de año 2015).

Cada una de estas razones hace imprescindible intentar conseguir la unidad popular entre organizaciones sociales, movimientos ecologistas, pacifistas, feministas, organizaciones políticas anticapitalistas, etc. La ruptura democrática es necesaria para revertir esta deriva social y económica y cambiar las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Es necesaria la unidad popular y en ella la unidad de las mujeres para empoderarnos y organizarnos mejor, para ser más y para ser decisivas. El poder popular, además, tiene que fijarse la meta de conseguir el poder político, estar en las instituciones para que la verdadera transformación social sea posible a través de nuevas leyes, con más participación ciudadana y con más democracia.

El movimiento feminista tiene que ser uno de los ejes vertebradores de esta unidad popular que lleva años fraguándose, pero que en este momento es una necesidad absoluta y la herramienta más valiosa y poderosa de transformación social y política.