Este
Primero de Mayo, el Movimiento
Democrático de Mujeres (MDM)
se une a las miles de manifestaciones que recorrerán el Estado
Español para seguir reivindicando la necesidad de luchar por la
igualdad de derechos de las mujeres y para luchar en contra de la
precariedad que está instalada en nuestras vidas desde hace ya
demasiadas décadas.
Si
volvemos la vista atrás, allá por 1968 (cuando una ola de
revoluciones sociales y feministas recorrían Europa), las mujeres
del MDM
exigían el fin de la represión franquista, libertad y democracia;
la derogación de la licencia marital; creación de guarderías y
comedores para hacer compatible la maternidad y el trabajo; el fin de
la discriminación salarial; el control sanitario de las gestantes,
así como la elaboración de una nueva legislación laboral que
terminase con la precariedad y discriminación de las mujeres;
reclamaban mejoras en los salarios; denunciaban el abandono de los
barrios, y la escasez de centros sanitarios, guarderías, escuelas o
parques.
Volvemos
al presente, transcurridos casi 50 años, y la realidad se antoja
tozuda en tanto que, a pesar de los logros cosechados por las
organizaciones feministas, políticas y sindicales, queda pendiente
la incorporación y la participación plena de las mujeres en todos
los ámbitos y centros de decisión, especialmente en el ámbito
laboral.
La
salvaje crisis-estafa, la cual parece que ha venido para instalarse
definitivamente en nuestras vidas (ya que corresponde a una
estrategia político-económica de privatización y reorganización
de la producción), ha expulsado a miles de mujeres del mundo laboral
y ha precarizado la vida de todas las jóvenes, migrantes,
refugiadas, mujeres con diversidad funcional y de minorías étnicas,
etc.
El
Movimiento
Democrático de Mujeres
tiene la firme convicción de que sólo a través de la movilización
en las calles es posible la transformación social y política; a
través de la lucha de las mujeres y de los hombres se podrá
alcanzar la meta de una sociedad sin desigualdades económicas. Para
ello, además, la igualdad real entre mujeres y hombres debe situarse
en el centro del debate político, sindical y social. La brecha
salarial, la corresponsabilidad en el trabajo de los cuidados y en el
trabajo reproductivo, los salarios dignos, la igualdad de
oportunidades, la esperanza en una sociedad con más justicia social,
todas estas cuestiones requieren de un nuevo modelo político-cultural
donde la vida de las mujeres esté garantizada, donde no nos maten
por ser mujeres (son ya 30 las mujeres asesinadas este año).
Todas
y cada una de las violencias machistas deben abordarse, tienen que
ser tratadas políticamente y plasmarse en la aprobación de una ley
que nosotras hemos denominado como LEY
DE LA PAZ PARA LA MUJERES.
Esta es una demanda que no puede esperar más, que no admite
retrasos, si el futuro gobierno no quiere convertirse en cómplice
de las violencias contra las mujeres.
Esta
ley de “La
Paz para las Mujeres”
contempla una nueva legislación laboral, un reforzamiento de todos
los Servicios Públicos; inversión en Educación, Sanidad y
Servicios Sociales; derecho a un trabajo digno y a techo; y propone
la abolición de la prostitución para que el sistema capitalista no
pueda comercializar los cuerpos de las mujeres que, empobrecidas por
la acción nociva del propio sistema, tengan que sufrir la
prostitución.
No
nos sirven los Pactos de Estados vacíos de contenido entre las
fuerzas políticas que causan esas mismas violencias que afirman
querer erradicar.
Este
Primero de Mayo inundaremos las calles de dignidad feminista para
reclamar un mundo sin precariedad, un mundo donde las mujeres y
hombres podamos vivir un futuro sin violencias, sin desigualdad, con
la vista puesta en una realidad donde no se aniquilen los recursos
naturales, y el imperialismo y sus guerras se esfumen de nuestras
sociedades.