Simone de Beauvoir decía que “la tierra no hubiera sido habitable si no hubiese tenido a nadie a quien admirar".
El pasado 20 de
diciembre perdimos a una compañera admirable, Cruz Tejero, y la tierra devino
en un sitio más inhóspito. Los días que pasan nos permiten abrir mucho más los
ojos, recordar la luz que siempre desprendió Cruz y compartir con vosotras
estas líneas.
Ella fue médico y
documentalista, implicada en su trabajo, en la elaboración de publicaciones, en la esfera académica, en el Seminario Interdisciplinar de Estudios de la Mujer (SIEM), pero para
nosotras, ante todo, fue una compañera feminista.
Las mujeres que
ella misma admiraba habitaban en su corazón, en su cabeza y en su boca: Frida
Kahlo, Amparo Poch, Isabel Allende, Clara Campoamor… y tantas otras. Ahora somos
nosotras las que te guardamos a ti.
Cruz transitaba por
el feminismo
de la diferencia, por el feminismo radical, por los feminismos en general y, sobre todo, transitaba
por la vida como mujer, con las feministas. Nos acompañó en interesantes
debates, nos formó en aspectos relacionados con la perspectiva de género en
salud, compartió vivencias personales… La enfermedad, en la mayoría de
ocasiones, no le permitió participar presencialmente pero sabíamos que siempre
estaba ahí, en nuestros caminos comunes,
incluso debilitada.
Nos transmitía
entereza, profundidad y optimismo. Para ella y nosotras “Lo personal es político”.
Su ámbito de afectos no quedó fuera de la conversación en algún café tertulia.
Le deseamos toda la fuerza a su hijo, a su pareja, a su hermana, a sus amigos…
Sabemos que a su sobrina le legó el testigo en el compromiso feminista, un gran
regalo mimado y cultivado.
Gracias por encontrarte
y encontrarnos en esos caminos comunes, Cruz, “eres flama que se eleva”, un
abrazo de color violeta.